El caso de María Esther Humala

La utilización de la orina como medicamento se pierde en la noche de los tiempos. Existe constancia escrita de su utilización en prácticamente todos los tratados de la antigüedad. La primera mención escrita del uso de la orina data de hace más de 5000 años, consta en los Libros de Los Vedas de la antigua cultura de la India.
Hasta principios del siglo pasado, la orina no sólo se ha venido utilizando como medicamento, sino que además ha sido prácticamente el único instrumento de diagnóstico utilizado por los médicos de la antigüedad.
Los médicos de la antigüedad podían diagnosticar con gran acierto todo tipo de enfermedades con sólo examinar el color, olor, y sabor de la orina. Así, por ejemplo, cuando la orina tenía un sabor dulce se diagnosticaba la diabetes.
Y no digamos los múltiples usos industriales de la orina o de substancias derivadas de la misma. Baste con mencionar la urea, uno de los principales componentes de la orina. La urea, aparte de otros usos industriales es ampliamente utilizada en productos de belleza y cosmética.
Pero volviendo al uso medicinal de la orina, hemos tenido la suerte de conocer a alguien que a día de hoy sigue utilizando la orina conforme a los usos tradicionales de la cultura Inca. Usos tradicionales trasmitidos de padres a hijos y de generación en generación en los pueblos de la Sierra Central de Perú.
Tal es el caso de María Esther Humala.
MARÍA ESTHER HUMALA. María Esther Humala es nativa de Ayacucho, Perú. Desde que Humala llegó a España sobre el año 1990, hace más de 30 años, no ha dejado de trabajar y convivir con nuestra familia, llegando a ser un miembro más de la misma.
Cuando María Esther supo que estábamos utilizando una terapia a base de orina nos confesó, muy tímidamente al principio, que todo el mundo en Ayacucho y pueblos de alrededores, utilizaba la orina ante cualquier enfermedad, en hombres y en animales. María Esther nunca se había atrevido a comentar nada a nadie sobre el tema, lo que se comprende fácilmente.
ALMACENAMIENTO DE LA ORINA. María Esther nos explicó que en Ayacucho, su pueblo, guardaban la orina en grandes cántaros de barro, donde fermentaba y se convertía en “orina vieja”. Ante cualquier malestar, dolor de cabeza, herida o enfermedad, utilizaban la orina ingiriéndola, frotándose con ella o aplicando compresas de orina sobre llagas, tumores o cualquier parte enferma o dolorida.
TRATAMIENTO CON ORINA DE SU PADRE. María Esther recuerda muy especialmente como su madre “bañaba” amorosamente en orina, mezclada con “molle”, a su padre, gravemente enfermo de un reuma que afectaba a los huesos. Así se conseguía bajar la inflamación y aliviar los intensos dolores producidos por el reuma.
“EL ÁRBOL DE LA VIDA”: EL MOLLE. En cuanto al molle, previamente a la aplicación de la orina se había hecho macerar en la misma una marvillosa planta medicinal nativa de Perú: el molle. En el antiguo Perú al molle se le conocía como el “Árbol de la Vida”, por sus numerosas virtudes.

En la época de los Incas se plantaron Molles alrededor de todo el Cusco y la resina que se obtenía de su tronco era utilizada para embalsamar cadáveres, así como para curar heridas; por esto también fue llamado el árbol de la vida.
“BAÑAR EN ORINA”. “Bañar” a alguien en orina consistía en aplicar al enfermo, sentado en un taburete, friegas de orina por todo el cuerpo, de los pies a la cabeza. Tal procedimiento, se llevaba a cabo de manera sorprendentemente similar a la preconizada por el fundador y revitalizador de la Terapia de Orina, John W. Armstrong (1944).
CONOCIMIENTOS ARRAIGADOS EN EL SABER POPULAR. El uso en Perú de la orina y de otras muchas substancias y plantas medicinales es tan antiguo como las culturas andinas. Muchos conocimientos tradicionales se encuentran arraigados en el saber popular de las gentes de “la sierra”. Sin embargo, la modernización de la medicina y la alimentación industrial han hecho que muchos de estos conocimientos hayan sido en gran medida olvidados, poco valorados o perdidos.
TODOS EN AYACUCHO LO HACÍAN. “Todos en el pueblo –explica María Esther- utilizaban la orina y otras substancias, tales como plantas medicinales, de igual manera, según los usos tradicionales trasmitidos directamente de nuestros antepasados, Los Incas. Claro, en el pueblo, en aquel entonces, nos hubiera gustado disponer de medicamentos modernos (medicina convencional), pero sólo los había en la capital. El problema era que además de que éramos pobres y no teníamos dinero, la capital, Lima, quedaba muy lejos, a más de 15 jornadas de distancia de Ayacucho, a recorrer bien a pie o en carretas.
Todavía hoy, la comunicación con Ayacucho no es fácil, pues se encuentra a una distancia de 564 kilómetros de Lima, distancia que se tarda hoy en recorrer en coche más de 9 horas.
LA DISCRETA PRÁCTICA DE LAS TERAPIAS TRADICIONALES EN LA GRAN CIUDAD. María Esther nos confesó, que tanto ella como sus amigos y familiares peruanos, nunca habían dejado de utilizar la orina incluso ya en la “civilizada” España. Con la orina suelen hacer frente a diversos tipos de dolencias, desde catarros, dolores de cabeza y muchas otras dolencias.
A continuación consignamos algunas prácticas actuales de peruanos familiares y amigos de María Esther, residentes en Madrid.
ERUPCIONES CUTÁNEAS. Las erupciones cutáneas de tipo alérgico en la cara, se tratan lavándose la cara con orina. Una vez cara bien seca, se aplica clara de huevo sobre la misma.
DOLORES DE MUELAS. Para los dolores de muelas, se ingiere orina con sal y se mantiene todo el tiempo que haga falta en la boca hasta cese del dolor.
HERIDAS. La aplicación de orina con sal sobre las heridas detiene el sangrado de forma casi inmediata al tiempo que hace que las heridas cicatricen perfecta y rápidamente.
GOLPES, INFLAMACIONES Y ROTURA DE HUESOS. Se aplican paños empapados en orina con sal sobre la parte afectada. Los paños o emplastos de orina hacen que desaparezca la inflamación y facilitan el soldado de huesos.
DOLOR DE ESTÓMAGO. Se bebe orina fresca directamente para alivio del dolor y asentar el estómago.
BEBER LA ORINA DE NIÑOS. Lo expuesto arriba implica generalmente el uso de la propia orina, pero no hay ningún inconveniente en utilizar la orina de otras personas. En cuanto a la orina de niños pequeños, del propio hijo, se tiene por especialmente eficaz para mejora y mantenimiento de la salud.
TERAPIA FAMILIAR. María Esther también nos contó que aplicó la terapia de orina a su propio hijo cuando era muy pequeño, pero una vez que creció y se hizo un poco mayor, el muchacho ya no quiso ser tratado con orina.
ANTE LAS ENFERMEDADES “GRAVES”. En cuanto al tratamiento de enfermedades calificadas como graves por la medicina oficial, María Esther hasta hace muy poco no se atrevía a utilizar la orina para tales enfermedades y acudía al médico a por «pastillas», como hacen la mayoría de las personas que no conocen otras alternativas o medicinas. Pero parece que en esto, como nos está pasando a muchos de nosotros, María Esther está empezando a cambiar y a apreciar como se merecen, todos y cada uno de los «remedios de la abuela» ya casi perdidos u olvidados.
Muchas veces la medicina convencional moderna solo trata los síntomas, no la enfermedad en sí. Así, ante un dolor, lo que queremos es que nos lo quiten, sin preocuparnos de cuál pueda ser su causa. De esta manera, lo que con frecuencia no eran más que pequeñas dolencias, al no ser tratadas de forma sencilla y natural, lo único que conseguimos es que se agraven, se eternicen y finalmente se cronifiquen.
APRECIO DE LAS TRADICIONES. A veces no sabemos apreciar las cosas que tenemos hasta que las perdemos. No apreciamos las terapias tradicionales porque pensamos que son retrógradas, «terapias del pobre». Preferimos someternos a todo tipo de agresivos tratamientos, frecuentemente con efectos segundarios, tomando obedientemente cualquier tipo de píldora que nos receten, con el resultado frecuente de que, lejos de mejorar, empeoramos.
Pero incluso cuando nos pasa esto, podemos tardar mucho tiempo en darnos cuenta de que con los tratamientos «retrógrados» de nuestra ciudad natal, nos curábamos, mientras que con los muy avanzados de la ciudad no nos curamos.
¡COMO SALVÉ LA VIDA A MI PERRO! María Esther, por último, nos dejó maravillados con el relato de cómo salvó la vida a su perro Starchy, con un tratamiento de orina, ¡con su propia orina!
Starchy, de 11 años, que a día de hoy sigue vivo, en el 2018 cayó enfermó, y se le formó una gran llaga en el costado. Tras el correspondiente tratamiento veterinario, al que no respondía, el veterinario dijo que el perro no tenía cura y que habría que dormirle.
Sin decir nada a nadie, María Esther, acordándose de lo que su madre hacía amorosamente con su padre, y queriendo salvar a toda costa a su “desahuciado” perro, aplicó a Starchy compresas con su propia orina, la de ella misma, con el resultado de que en muy breve tiempo el perro sanó completamente ante el asombro de todos y mucho más del veterinario.
SENTIR UNA VIVA EMOCIÓN. Terminaré este apartado manifestando que conocer a alguien como María Esther, produce una viva emoción, pues hace que podamos sentirnos conectados y en comunicación con un pasado y una sabiduría remota de la que tendremos siempre mucho que aprender.
