Quién soy

¡Hola soy Eugenio! Bienvenido a mi blog: “Cáncer y Urinoterapia”.

Cáncer ¡Qué palabra tan terrible ¿Verdad? ¿Te han diagnosticado un cáncer? ¡Qué susto! Y sin embargo, ¡gran sorpresa! estas de enhorabuena! ¡No sabes la suerte que tienes! ¡Es lo mejor que te ha podido pasar! A mí también me ha pasado ¡me está pasando!, y aquí estoy, ¡más feliz que nunca! Y en vías de total curación.

Un cáncer es una bendición disfrazada de maldición. El desarrollo de una enfermedad representa la respuesta salvadora de nuestro organismo ante situaciones que ponen en peligro nuestra salud e incluso nuestra vida. ¡La enfermedad es una reacción salvadora!

Si, amigo mío, el cáncer es una bendición caída del cielo. No hay nada que pudiera producirte mayor bien. Estabas dormido, todos lo estamos en mayor o menor medida, y de pronto ¡cataplúm!, despertamos. Descubrirás por experiencia propia por qué muchos encuentran la alegría y las ganas de vivir tras serles diagnosticada una enfermedad “incurable” o tras haber sufrido una terrible prueba o desgracia. ¡Lo que no te mata te fortalece! Dicen que cuando Dios te pone a prueba ¡es porque quiere algo grande de ti!

En cuanto al cáncer, la mayoría de las personas a las que se les diagnostican un cáncer, con frecuencia en un análisis rutinario, no tenían ningún síntoma de estar enfermos, o tenían síntomas leves, síntomas en modo alguno atribuibles a una grave enfermedad como el cáncer. Por lo tanto, el diagnóstico de cáncer siempre representa ser una grandísima sorpresa.

¿Cómo solemos reaccionar ante un diagnóstico de cáncer? Nada bien, normalmente. Segundos antes de conocer el “fatídico” diagnóstico nos encontrábamos o creíamos encontrarnos perfectamente bien, incluso ¡mejor que nunca! De repente, por obra y gracia de una simple palabra, “cáncer”, podemos sentirnos hundidos en la miseria: nos sentimos, nos creemos y sobre todo nos imaginamos enfermos, muy enfermos.

Cuando se nos diagnostica una enfermedad, que no presentaba el más leve síntoma, en realidad se trata más de un pronóstico que de un diagnóstico, de una información sobre lo que puede pasar en el futuro si no adoptamos ninguna medida. El “diagnóstico-pronóstico” no nos dice que tengamos que sentirnos enfermos. No nos sentíamos enfermos antes del diagnóstico y no tenemos ningún motivo para sentirnos enfermos mientras sigamos sin tener ningún síntoma de la enfermedad diagnosticada.

Lo que sí es cierto es que el “diagnóstico-pronóstico” nos advierte de que algo iba mal, de que algo puede ir muy mal, si no hacemos nada.

El diagnóstico que pronuncia la medicina convencional suele ser exacto y muy de agradecer, otras cosa es el tratamiento o tratamientos que propone, hay muchas más posibilidades de tratamiento de los que ofrece la medicina convencional y de eso vamos a hablar en nuestro blog.

Casi la peor noticia que tengo que darte es que el cáncer ¡puede curarse! No sólo lo dice la medicina convencional, sino también lo dice la medicina tradicional y naturista.

 

Pero no podemos quedarnos ahí, no podemos limitarnos a un restablecimiento de la salud, tenemos que aspirar a un nivel superior de salud.

No podemos limitarnos a conseguir que nuestro cuerpo funcione. ¡No podemos tratar a nuestro cuerpo como un simple instrumento a nuestro servicio! Nuestro cuerpo es mucho más. “Amarás al prójimo como a ti mismo”. ¿Te amas a ti mismo? ¿Te respetas a ti mismo, o quizás estás volcado sólo en amar y respetar a los demás? El cuerpo eres tú mismo. No puedes limitarte a tratarlo bien, tienes que amarlo y respetarlo y sobre todo escucharlo, prestarle atención, dialogar con él. La enfermedad es un grito de tu cuerpo para que le escuches.

Me dirás. “Pero si yo trato muy bien a mi cuerpo, ¿Cáncer? ¿Por qué a mí?

Yo también creía que trataba bien a mi cuerpo, mejor imposible. Y claro, cuando mejor crees encontrarte ¡te diagnostican un cáncer! Eso es que no estabas también como creías. ¡Es un feliz descubrimiento! Si te creías sano y feliz, es que no conocías todavía ni la salud ni la felicidad. El cáncer se hace presente para ayudarte. El cáncer supone un desafío, un despertar a las ganas de vivir y a las ganas de poder realizar nuestros proyectos.

Bueno, hablemos un poco de mi me llamo Eugenio Llorente Barrueco. Nací en Zamora un 20 de abril de 1946. Al cumplir 3 años mis padres se trasladaron a Salamanca, ciudad en la que pasé toda mi niñez adolescencia y juventud. Soy el mayor de 7 hermanos. Todo se lo debo a mis queridos padres, Eugenio y Natividad quienes me dieron una infancia feliz, no puede haber mejor comienzo en la vida..

En la universidad de Salamanca estudié los primeros cursos primero de biología y medicina, sin llegar a completar mis estudios, siempre distraído con los temas que me apasionaban.

Desde muy pronto me atrajo el estudio de las lenguas, inglés, francés, italiano, ¡hasta chino! Idiomas que estudié siempre de forma autodidacta, llegando a refrendar mis estudios con un diploma por la Universidad de Cambridge.

Durante unos años ejercí como profesor de lingüística en la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid

Así mismo, a lo largo de unos años trabajé en la compañía aérea Iberia, lo que me ha permitido recorrer el mundo, en familia, con mis 5 hijos, en viajes de auténtica aventura.

Actualmente vivo entre Madrid y Arenas de San Pedro, en la Sierra de Gredos. Constantemente estudio e investigo en diversidad de campos muy especialmente en medicina tradicional, historia, lingüitica y sociología. En cuanto a aficiones, desde que tengo uso de razón siento una inmensa pasión por la naturaleza y la montaña. Me encanta organizar marchas para familiares y amigos, tanto a nivel nacional como internacional lo que hago con mucha frecuencia.

Adoro a mi mujer, María José, adoro a mis 9 nietos Adoro a mis hermanos y como broche de oro de perla y diamante tengo que confesar que adoro a mi perro Miki, ¡mi otro yo!